No dejo de pensar en las cosas que me han contado cuando era pequeña, algunas las he visto en viejos videos, de otras me acuerdo con bastante claridad.
Mis tíos y mis padres me contaron que era una niña peculiar, cuando me caia, solía reírme y levantarme como si nada. No me importaba, era sencillo. Te caes, te sacudes y te levantas. No puedo evitar la comparación ahora. ¿Por qué resulta tan doloroso levantarse?, me lo imagino todo en mi cabeza, noto que cada vez que me consigo poner en pie se han clavado en mis manos cientos de cristales que conseguian que me quedara en el suelo un poco más. Supongo que ahí está la diferencia.
Cuando eres pequeño no hay cristales de por medio,no temes que algo externo te dañe como para preferir que te quedes tirado en el suelo, te caes tu, te levantas tu e incluso sonríes, pero oh.., cuando otra persona es la que te empuja, es mucho más difícil.
Tienes que clavarte cada parte de ti que se ha roto y cuando te das cuenta de que ya no encajan las piezas, te las arrancas, con mucho dolor y llanto, una a una.
Otro recuerdo que me viene a la mente...
Tenia dos años aproximadamente, tal vez incluso cuatro. A mi prima y a mi nos habían regalado unas cocinitas portátiles de juguete y ella quería jugar, intentaba llevar la cocina a una habitación y en el trayecto se la tire al suelo muchas veces, ella lo recogia y yo volvía y yo volvía a tirarlo.
Rompo cada cosa que toco, es algo así, no sé tal vez no estoy pensando con claridad, pero soy como un huracán, pérdida y furiosa en la nada, cada vez que me acerco a algo o alguien lo destruyo.
Duele pensar así de uno mismo, pero a veces hay que enfrentarse a la realidad.
Tal vez no deba dejar que nadie me quiera, porque al fin y al cabo todo se quedará en ruinas.
Y otro de los recuerdos que me ha marcado , fue en casa de mi abuela, aquí yo tenía ya por lo menos 17 años, una de las mejores y peores etapas de lo que llevo de vida.
Reía mucho y lloraba también, esto último sobre todo en el baño.
Mi abuela me dijo un día:
- Para estar adelgazando tanto, te ries mucho.
+ Claro, me siento bien, para qué amargarme?
- Todo lo que ríes, luego lo lloras el doble.
+ Bueno, pero por ahora me río.
Es cierto, al final lloras, sientes que te quieres morir, que la vida es una mierda y que nada merece la pena. Llenas tu corazón de rencor y vacio.
Por otra parte, sientes que merece la pena reír, aunque sea un momento efímero, aunque recuerdes más la tristeza y el dolor.
Extraño esa inocencia e ingenuidad.
Pero el mundo te golpea,tu golpeas, aprendes y vas quitando piezas de ti mismo.
Ay, recuerdos.
Vivimos de ellos aparte del presente y de las esperanzas del futuro.
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